708 - UNA SESIÓN DE YOGA MUY PARTICULAR


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“Estaciones del Alma”

Una mirada poética a las estaciones del año no como fenómenos climáticos, sino como emociones que habitan dentro de nosotros.
Y comenzamos por la estación más introspectiva y misteriosa:


Estaciones del Alma: Invierno, la Voz del Silencio

El invierno no llega solo con frío. Llega con una pausa.
Llega como una carta escrita en tinta blanca sobre un cielo de plomo.
Llega para pedirnos algo que el resto del año no se atreve: quietud.

El lenguaje de lo inmóvil

Cuando el invierno cae, el mundo parece retener el aliento. Los árboles se desnudan, las aguas se endurecen, el viento arrastra hojas que ya no pertenecen a nada. Es la estación del adentro. No solo del abrigo, sino del alma vuelta hacia sí.

No es tristeza lo que trae el invierno, sino una melancolía sabia, como un anciano que no habla mucho pero que lo ha visto todo. En sus días cortos y noches largas, se revelan verdades que solo el silencio puede pronunciar.

Paisajes suspendidos

La nieve, cuando cubre la tierra, no mata: protege. La niebla no es confusión: es un velo entre lo visible y lo verdadero. Las ramas negras sobre cielos blancos son caligrafías que solo los contemplativos logran leer.

Hay belleza en lo despojado. El invierno enseña que no todo florece siempre, y que eso está bien. También enseña que descansar no es rendirse, sino prepararse.

Invierno interior

Así como afuera caen copos, adentro caen recuerdos.
Los pensamientos se vuelven más densos, los sueños más nítidos.
Las conversaciones bajan la voz.
Es tiempo de infusiones lentas, de libros que nos entienden, de mirar por la ventana sin buscar nada.

Y es que hay una paz especial en saber que nada florece todo el tiempo. Que hay ciclos. Que también somos parte de ellos.

El calor no muere, se esconde

El invierno no anula el calor: lo guarda. En una chimenea encendida, en una bufanda tejida a mano, en las manos que se buscan, en los aromas que regresan solo una vez al año: canela, madera, mandarina.

Es en invierno donde más se aprecia una taza caliente, una manta compartida, una luz pequeña que vence la oscuridad. El frío revela el valor de lo tibio.

Esperar no es perder el tiempo

La nieve cae, pero bajo ella la vida sigue latiendo. En lo profundo de la tierra, los bulbos esperan. En lo alto de los cielos, la luz regresa un segundo más cada día.

El invierno es una promesa escrita en silencio:
"Esto también pasará, pero mientras está, escúchame."


El invierno no viene a entristecernos. Viene a enseñarnos el arte de no hacer. A reconectar con lo esencial. A escucharnos cuando por fin calla el mundo.

No es el fin del ciclo. Es su latido más lento.

Y a veces, el alma necesita eso:
una estación en la que pueda simplemente... ser.

 
 

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